miércoles, 10 de julio de 2013

HORRORES POSTAPOCALÍPTICOS PRESENTA:

LA EXHIBICIÓN DE LAS MOMIAS BELLAS 

 Bienvenidos damas y caballeros al museo de la belleza. Nuestros antropólogos han estudiado el misterio de la belleza concienzudamente durante siglos, y en esta ocasión presentaremos para todos ustedes la colección de especímenes que data del convulso periodo de principios del siglo XXI, pasen por aquí. Les advertimos que, debido a la locura colectiva de aquellos días, algunas secciones de esta muestra pueden resultar perturbadoras para los corazones sensibles, y al menos un poco desconcertantes para cualquiera. Por ello, les proporcionaremos una bolsa de papel de estraza, que les ayudará recuperar el aliento o volver el estómago, en caso de ser necesario. 

Para empezar, aquí tenemos una mujer apenas un poco arriba del peso recomendado para su complexión, junto con un hombre con una cintura tan ancha que tuvimos que ampliar la vitrina. Lo curioso de esto es que en aquella civilización se tenía la idea firme de que la gorda era ella. ¿No me creen? Lo comprendo, pero a continuación lo verán demostrado. 

Esta es la sala de las Mantecosas y las Morticias. El título se debe a que en una investigación de campo se descubrió que, debido a que el sobrepeso de moderado a grave era causa de escarnio social- el feo apelativo mantecosa era de los más comunes-, las personas, en especial del género femenino, recurrían a métodos abyectos que iban desde medicamentos poco ortodoxos que causaban defecaciones involuntarias, hasta la inanición y el vómito provocados por el propio individuo, como fue el caso de la hilera de mujeres macilentas de esta sala. Una de las conclusiones principales a este respecto es que el modelo de belleza de aquel entonces era la reina Tiye, abuela de Tutankamón: 

http://www.elespectador.com/imagen-reina-tiye-abuela-de-tutankamon
Por otro lado, contrastante con la sempiterna autovictimización de las llenitas en páginas web, videos y otros documentos arcaicos por el estilo, nos llegan también numerosos testimonios de que las delgadas naturales y saludables sufrían la misma cantidad de burlas y afrentas, como acusaciones infundadas de anorexia, y sobrenombres tan poco halagüeños –Morticia, huesos, calaca, palo- como cualquiera de los que recibía la más gorda de la clase. En cuanto a este fenómeno, los análisis exhaustivos de historiadores, psiquiatras y estadísticos arrojan pruebas concluyentes de que los idiotas siguen siendo idiotas, independientemente de la forma del cuerpo de sus interlocutores. 

El tema, o más bien distorsión patológica, de la siguiente sala, es una fijación obsesiva con la piel. La epidermis tenía que lucir como un lienzo inmutable, producto de un desprecio por la existencia inexorable de poros, grasa, estrías, vellosidad y deterioro natural a causa de la edad. Las fotografías se retocaban hasta llegar al punto de diluir las facciones humanas. El objetivo era lograr un aspecto de muñecos de látex con ojos de cristal, y brazos, piernas y nalgas de mármol engrasado. 

Noto que algunos están mareados. Es recomendable que tengan a la mano su bolsa de papel de estraza para lo que sigue. La moda momia llegó al grado en que, además de ungüentos, maquillaje y afeites químicos excesivos, la gente se sometía a múltiples intervenciones quirúrgicas radicales, como introducirse pelotas de plástico en el cuerpo, hasta completar un proceso de embalsamamiento en vida, y aunque aún hay mucho que investigar al respecto, todo parece indicar que terminaban más o menos así: 


Los señores en la edad madura entraban en una neurosis que también los orillaba a someterse a diversos procedimientos de momificación. Se tienen importantes y numerosos vestigios de que pretendían perpetuar su juventud por medio de la búsqueda de parejas muchos años menores, como las brujas medievales, y para ello, entre otras, una de las tácticas más recurridas era teñirse el cabello del negro más profundo y con un producto similar a lo que hoy conocemos como grasa de zapatos. Sin embargo, como cabría esperar, muchas veces el esfuerzo resultaba infructuoso y desmoralizante: 


Por último, estaba la importancia desmedida del número de años vividos. Para nosotros, eso no es más que un dato duro, sin relevancia. A final de cuentas, es inevitable que el tiempo pase. Sin embargo, para la sociedad de transición de milenio, era un pecado no tener veinte o treinta años por siempre, o no haber logrado un ideal de éxito imposible antes de los cuarenta, por lo que se extendió la práctica de mentir con respecto a la edad. En este punto ya nos dimos cuenta de que ellos pretendían luchar contra principios como la gravedad, la entropía y las matemáticas, lo cual sólo les generaba patetismo, desengaños y daños graves a la salud. 

Gracias por acudir a nuestra exhibición. Les deseamos que les ayude a disfrutar y amar sus cuerpos, espigados o redondos, musculosos o fláccidos, grandes o pequeños, a alimentarlos, ejercitarlos y asearlos con el debido respeto por uno mismo y los demás, y a portar con más orgullo las historias fascinantes detrás de cada arruga, aspereza, mancha, lonja y cicatriz.

Image courtesy of Victor Habbick at FreeDigitalPhotos.net

No hay comentarios.:

Publicar un comentario