miércoles, 14 de noviembre de 2012

ERES, SOLAMENTE.


No eres en mi mundo, pero estás implícito en él como el alma de un cuerpo.

No me dices quién eres, pero tu boca habla incesantemente del contenido de mi vida.

No me miras, pero en tus ojos, pozos frescos con fondo de obsidiana, veo más allá de lo obvio.

No escuchas mi voz, pero me sientes, y me intuyes de tal forma, que tu imagen nace sola de la niebla que mana de la distancia y de las horas.

No respiras el viento de mi boca, y aún así, en mi nariz hay un aroma constante que es el tuyo.

Y lo sé porque eres en mí, aunque la demente que se hace llamar vida haya creado un océano de circunstancias que te hacen parecer ajeno.

Me das algo tan sublime, que me libra incluso del perro rabioso que acecha al abrirle las puertas a la idea de ti.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario